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Puentes entre Ciudades y Comunidades Rurales: El Rol de las OSC



La división entre lo urbano y lo rural es un concepto inculcado desde la educación primaria, lo que ha generado una separación mental que limita la percepción de sus interacciones, reduciéndolas a la producción de alimentos en lo rural y de servicios en lo urbano.

Sin embargo, en la realidad, múltiples actores, como empresas, organizaciones de la sociedad civil y contextos socio-familiares, conectan estas dos esferas.

Este artículo busca explorar cómo fortalecer esas conexiones existentes y generar nuevas, demostrando que integrar ambos espacios no solo enriquece a todos los involucrados, sino que también permite reimaginar el desarrollo, rompiendo con los estereotipos tradicionales que los separan.


La construcción y reconstrucción de puentes metodológicos, conceptuales y prácticos en el entendimiento de lo rural y lo urbano está avanzando desde diversas perspectivas. Por ejemplo, algunas fuentes académicas han comenzado a cuestionar y replantear las definiciones tradicionales. En el caso de México, desde hace más de 100 años, la ruralidad se define con base en un criterio poblacional: las localidades con menos de 2,500 habitantes son clasificadas como rurales, mientras que aquellas con una población mayor se consideran urbanas.

Y con el esfuerzo de instituciones como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en el documento Lo rural y lo urbano en México: una nueva caracterización a partir de estadísticas nacionales se comenzó a replantear y repensar estas limitadas versiones de la caracterización de estos espacios.


En el ámbito gubernamental, existen programas diseñados específicamente para atender a la población rural, como los promovidos por la Secretaría del Bienestar, el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas y el Instituto Nacional de la Economía Social, entre otros. No obstante, a pesar de la existencia de estos institutos y sus respectivas iniciativas, persisten desafíos en su definición, implementación y aplicación. Estos problemas, combinados con las limitaciones al desarrollo identificadas en las comunidades rurales, evidencian la necesidad urgente de establecer puentes prácticos que realmente impulsen el desarrollo sostenible en estas localidades. En ese contexto se desarrollan los diferentes esfuerzos de las organizaciones de la sociedad civil.


La sociedad civil, por su parte, reúne a una diversidad de actores que han identificado, desde sus ámbitos de acción, no solo necesidades metodológicas, conceptuales y prácticas, sino también carencias en el reconocimiento y fortalecimiento de la organización comunitaria ya existente en las regiones. Según datos de Alternativas y Capacidades, en junio de 2020 había un total de 45,885 Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) en México, de las cuales el 92.7% estaban inscritas en el Registro Federal de OSC y sólo el 21.7% contaban con el estatus de donataria autorizada. Dentro de este universo, las temáticas rurales se abordan en diversas áreas prioritarias, como desarrollo económico (26.5%), salud (10.8%), derechos humanos y acción ciudadana (9.4%) y educación (7.5%). Al mismo tiempo, los servicios asistenciales continúan representando el 26.8% del sector. 


Lo anterior destaca que, incluso dentro de las organizaciones de la sociedad civil, la especialización en temas rurales no suele nombrarse propiamente. Asimismo, abordar el desarrollo integral de las zonas rurales puede resultar complejo debido a la diversidad de elementos que implica. Por ello, es fundamental promover la creación de redes entre las propias organizaciones de la sociedad civil, así como establecer vínculos más sólidos con otros actores interesados. Esto permitirá desafiar las concepciones tradicionales sobre lo que las comunidades rurales pueden o no pueden ser y lograr.





Un ejemplo de organización que trabaja en la construcción de estos vínculos es Fondo para la Paz, que durante 30 años ha impulsado el desarrollo de comunidades rurales en México, especialmente indígenas. Actualmente, opera en 110 comunidades rurales con un enfoque en aquellas en situación de pobreza extrema. A través de su Programa de Desarrollo Comunitario Sostenible, tiene como misión fortalecer las capacidades de las personas para que puedan generar sus propias condiciones de vida. Este objetivo se alcanza mediante ejes estratégicos que abarcan la mejora de las condiciones de vida y la promoción de la organización comunitaria.

Por último, construir puentes con esa visión y alcance no se limita a impulsar a las comunidades rurales o apoyar a organizaciones como Fondo para la Paz. Es fundamental involucrar a diversos aliados en todos los ámbitos para fortalecer estos vínculos y crear redes sólidas y multifacéticas. De esta manera, se podrá superar gradualmente la percepción limitada sobre los roles de lo rural y lo urbano, fomentando una perspectiva de desarrollo conjunto que promueva un progreso integral, comunitario y sostenible para todas las personas.




Bibliografía

I. Soloaga, T. Plassot y M. Reyes, “Lo rural y lo urbano en México: una nueva caracterización a partir de estadísticas nacionales”, Documentos de Proyectos (LC/TS.2022/48; LC/MEX/TS.2022/6), Ciudad de México, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2022.

B. Martínez Benítez y D. Revilla Casaos, “Datos a la vista”, Ciudad de México, Alternativas y Capacidades, 2020. Recuperado de: https://alternativasycapacidades.org/seccion-1-composicion-del-sector/ el 28/11/24.


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