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Historias del café: El alma detrás de cada taza

  • Foto del escritor: Comunicacion Fondo para la Paz
    Comunicacion Fondo para la Paz
  • 30 oct
  • 4 Min. de lectura

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Si cada mañana, cada atardecer, cada anochecer ésta bebida con un aroma fascinante te acompaña en cada momento para darte un cálido abrazo. Imagina todo lo que provoca en el día a día de cada productor.


Una madrugada cuando el sol se asoma soñoliento detrás de grandes gigantes dormidos y sus primeros rayos atraviesan las paredes de los hogares, allí, en una cama de madera con algunas frazadas encima, descansa don Francisco. Un hombre cuadragenario que al notar que su compañera de vida se encuentra preparando el desayuno, se alista, toma en sus manos el aromático recién hervido y le da varios tragos. Minutos después, toma sus cosas y emprende caminata a su lugar de trabajo: su cafetal. Cada paso se vuelve complejo, es caminar contra reloj para ganarle el azote feroz del sol. Entre más avanza, las casas de su comunidad se vuelven diminutas como piezas de diversión infantiles.


Don Francisco ha llegado a la finca, mientras observa cada surco se detiene a tomar un respiro, se limpia el sudor que resbala sobre su piel caliente, el corazón está tan acelerado que parece danzante azteca.

Seguidamente, se dispone a colocarse el tenate debajo del abdomen sujetado a la cintura con unas hebras de ixtle o plástico. Él se acerca a las primeras matas de café, elige las cerezas y las va colocando dentro del tenate. Avanza de la pendiente más alta a la más baja, combinando estrategia y agilidad para mantenerse en equilibrio pues su peso, más la carga de la cereza, lo desestabilizan. Opta por caminar de bajada en zigzag procurando conservar los granos, proteger las plantas y cuidar su vida. Un paso en falso, es un riesgo fulminante, resbalar y caer sentado es lo mejor que rodar varios metros cuesta abajo y quedar inválido o que quede incrustado una astilla en el ojo o alguna parte de tu cuerpo.



Ya han pasado varias horas, su costal ya contiene al menos unos 100 kg de cereza, a lo lejos se escucha una voz femenina, es doña Rebeca quien ha completado todo el trayecto para llevar tacos, café o agua para que Don Francisco recupere energías y ayudar en el corte del grano. Al término de la merienda, ambos se disponen a continuar cosechando. Sorpresivamente, el cielo se pinta de gris, en un instante la lluvia los alcanza en cierto punto de la finca, deciden retirarse del lugar llevándose la carga en la espalda pues al ser muy estrecho el camino se dificulta el acceso de caballos, vehículos. Con la lluvia la caminata se complica, todo está resbaladizo, muestran persistencia para llegar a un punto del predio para resguardarse o en su caso, continuar caminando de vuelta a casa.


Cae la noche y la pareja llega a su hogar. Allí la actividad continúa, la cereza no puede quedar encostalada. Don Francisco prepara su despulpadora y, junto a su familia, vacían los costales en la máquina; la echan andar para despulpar la cereza.


Han pasado tres días y las lluvias han sido constantes, se ha vuelto complejo cosechar, Don Francisco lava el café despulpado y, junto a doña Rebeca, lo extienden en zarandas que reposan en el secador solar, es un momento crítico para él y su familia pues dependen del clima para continuar cosechando.


En ese instante, va pasando su vecino don Ricardo, lo saluda desde lejos, pero éste muestra un rostro de ruina, unos ojos enrojecidos, un cuerpo sin alma. Don Francisco lo invita a pasar y con voz a punto de quebrarse don Ricardo le cuenta que perdió gran parte de su finca a causa de un deslave que afectó su cosecha, esa cosecha por la cual trabajó varios meses para poder tener una ganancia ahora queda solo en un sueño, eso lo desmotiva. Tendrá que pensar en retomar los trabajos temporales fuera del estado o solicitar un préstamo para poder solventar sus gastos familiares mientras se recupera del desastre natural, su cabeza llena de incógnitas.


Así se ven muchos de los productores y productoras que entregan su alma y su corazón para obtener los granos de calidad. Son días, meses en la que maratónicamente empatan compromisos personales y comunitarios para cumplir con sus responsabilidades y que en ocasiones varios de estos esfuerzos se apagan ante amenazas que no están dentro del alcance tanto ambientales como los precios del mercado internacional.


Pero, ¿entonces nunca acabaremos con los desafíos en la cafeticultura en las comunidades ruralesindígenas?

Es un proceso arduo, pero los cambios se notan y un claro ejemplo es la intervención comunitaria con el proyecto café implementado en el año 2013 por Fondo para la Paz que inició potenciando la actividad en 11 localidades del municipio de Tequila, Veracruz. Su primera entrega de café de especialidad fue enviada a Japón dando un giro inesperado y positivo en la vida de las familias. En el tercer año consecutivo de trabajo, se suma Kahlua como aliado financiador y con esto, ambas instituciones se unen para reforzar cada uno de los eslabones de la cadena de valor del café: desde el fortalecimiento de habilidades para el manejo apropiado de las fincas con prácticas agroecológicas hasta una estructura financiera que le permita tomar decisiones informadas.


Estos años de trabajo ha sido de una introspección comunitaria: desde conocer y reconocer las fortalezas, hasta identificar los cuellos de botella que frenan el avance, incrementando su confianza al agregarle valor a su café, así como incursionar en otros nichos de mercado.


Así que la próxima vez que tengas en tus manos una taza de café con la etiqueta “productores de la Sierra de Zongolica”, ten en cuenta que esa bebida representa un conjunto de esfuerzos, esperanzas, y resiliencia de cada productor y productora, de cada jóven que te acompañan en ese momento: para cerrar una reunión de negocios, dar un regalo a alguien especial, celebrar un triunfo, o tomar un reto.


Historias como la de don Francisco reflejan el compromiso, la dedicación y la fuerza de las comunidades productoras. Conoce más sobre los proyectos que hacen posible un futuro más justo y sostenible para todas y todos.


-Gabriela Texcahua- Técnica Comunitaria, Zongolica⋅ Fondo para la Paz IAP

 
 
 

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