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Desafíos y oportunidades para las OSC en México

  • Foto del escritor: Comunicacion Fondo para la Paz
    Comunicacion Fondo para la Paz
  • 1 may
  • 5 Min. de lectura

Reflexión sobre el panorama actual de las organizaciones de la sociedad civil, sus retos y su papel en la promoción del bienestar social



En México, las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) son actores clave en la construcción de un país más justo: desde la defensa de derechos humanos hasta la atención de crisis humanitarias, su labor ha sido fundamental para cubrir espacios de necesidad social. Más que proveedoras de servicios, son voces que amplifican las demandas ciudadanas, vigías de la transparencia y motores de innovación y desarrollo social. Entre las dificultades que pueden encontrar está el aspecto financiero, según el Índice de Fortalecimiento Institucional del CEMEFI (2022), el 63% de las OSC en México carecen de recursos suficientes para operar más de seis meses, evidenciando una crisis de sostenibilidad. Esta situación se agravó tras la reducción de fondos públicos, como advierte el INDESOL (2024).


Sin embargo, las dificultades de las organizaciones de la sociedad civil no se limitan a la necesidad financiera. Un desafío igualmente crítico es el contexto político cambiante, que genera incertidumbre y nuevos obstáculos para su operación. Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO, 2023), al menos 142 programas sociales federales fueron cancelados o fusionados entre 2019 y 2023, afectando a OSC que dependían de estos recursos. Los cambios en las prioridades de gobierno y las tensiones entre poderes han creado un escenario volátil donde las políticas públicas varían constantemente, el discurso político puede estigmatizar su labor y la alternancia política puede determinar la discontinuidad de los esquemas de colaboración conjunta. Datos de la Red por la Rendición de Cuentas (2024) muestran que el 68% de las OSC que trabajaban con gobiernos estatales tuvieron que renegociar sus convenios después de las elecciones locales.


Aparte de la estigmatización política, la opinión pública también muestra una alta desconfianza hacia las organizaciones debido a los casos de corrupción; los datos de la Encuesta Nacional de Cultura Ciudadana (INEGI, 2023) revelan que el 48% de los mexicanos desconfía de las OSC. Esta desconfianza se agrava por una crisis de capacidad institucional: según el Índice de Fortalecimiento Institucional del CEMEFI (2022), solo 2 de cada 10 OSC invierten en profesionalizar a sus equipos. La consecuencia es un panorama donde el 35% del personal renuncia anualmente por salarios inferiores a 10,000 pesos mensuales (Alternativas y Capacidades, 2023), generando una fuga constante de talento que García (2022) del Colegio de México califica como "el talón de Aquiles para el impacto sistémico".


El riesgo se puede volver existencial para quienes trabajan en derechos humanos y medio ambiente. México ocupa el segundo lugar mundial en asesinatos de defensores ambientales (Global Witness, 2023), con 156 ataques registrados en 2023 según Front Line Defenders (2024). Casos como el asesinato del guardabosques Homero Gómez González (2020) o la desaparición del abogado Ricardo Lagunes (2023) ejemplifican los peligros que enfrentan.


Todo lo anterior no busca pintar un futuro desalentador para la sociedad civil en México; al contrario, evidencia que a pesar de las dificultades sigue siendo un sector que se moviliza diariamente en su lucha. Ya sea mediante la asistencia en desastres, el acompañamiento técnico en políticas públicas o la provisión de insumos estratégicos para programas de desarrollo comunitario. La sociedad civil organizada representa una importante movilización de labor que no solo tiene la oportunidad de crecer sino también de ser reconocida. De acuerdo con las Cuentas Satélite de las Instituciones Sin Fines de Lucro (ISFL) 2023 publicadas por el INEGI, el sector no lucrativo generó $922,243 millones de pesos ese año, lo que equivale al 3.1% del PIB nacional – una contribución superior a sectores como la minería (1.5%) o la agricultura (2.8%).


Las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) en México enfrentan desafíos complejos, pero también tienen ante sí oportunidades transformadoras que van más allá de la ejecución de sus proyectos cotidianos. El verdadero potencial para generar cambios sistémicos radica en la capacidad de articular una movilización integrada entre todos los sectores de la sociedad, donde la intersección de agendas ambientales, sociales y económicas pueda construir soluciones más robustas e inclusivas.


Esta visión colaborativa permite que cada actor social contribuya desde su ámbito de acción: el Estado puede recibir apoyo técnico y comunitario para implementar políticas públicas donde tiene dificultades; las empresas pueden alinear sus estrategias de responsabilidad social con causas prioritarias para el desarrollo nacional; y los ciudadanos pueden participar activamente en sus comunidades sin enfrentar solos las barreras de un sistema complejo. Un claro ejemplo es que en zonas indígenas, donde el Estado suele tener menor penetración, 42% de los programas sociales son ejecutados gracias a alianzas con OSC (CONEVAL, 2024). Otro ejemplo es que Fondo para la Paz puede hacer su labor gracias al equipo de colaboradores, donadores, financiadores, aliados y por supuesto participantes.


Es así como se plantea un camino hacia un México más justo y sostenible requiere superar los enfoques aislados y construir puentes de cooperación. Cuando las agendas se entrelazan - cuando una OSC ambiental colabora con una empresa para desarrollar tecnologías limpias, o cuando una organización de derechos humanos asesora al gobierno en políticas públicas - se crean soluciones más innovadoras y con mayor impacto.


El llamado es claro: la cocreación y cooperación son el camino de la innovación. Las OSC tienen el expertise comunitario y práctico, el Estado tiene escala, las empresas tienen capacidad financiera y técnica, y los ciudadanos no solo  tienen el poder de exigir, también el de ser partícipes del cambio social. La integración de estos elementos puede escribir un nuevo capítulo en el desarrollo social de México.


-Samantha Alejo- Facilitadora de Alianzas Empresariales ⋅ Fondo para la Paz IAP



Bibliografía


Centro Mexicano para la Filantropía. (2022). Índice de Fortalecimiento Institucional de las OSC en México 2022. 

Instituto Nacional de Desarrollo Social. (2024). Panorama de las OSC en México: Financiamiento y sostenibilidad. Gobierno de México.

González, M. (2024, 15 de marzo). OSC enfrentan obstáculos tras cambios de gobierno. Animal Político.

Instituto Mexicano para la Competitividad. (2023). ¿Qué pasó con los programas sociales 2018-2023?

Centro Mexicano para la Filantropía. (2022). Índice de Fortalecimiento Institucional de las OSC en México 2022 (p. 41).

Alternativas y Capacidades A.C. (2023). Diagnóstico sobre condiciones laborales en las OSC mexicanas (pp. 12-13).

García López, M. (2022). ¿Profesionalización o asistencialismo? El dilema de las OSC en México (Serie Estudios COLMEX, No. 215). El Colegio de México.

Global Witness. (2023). Defending tomorrow: The climate crisis and threats against land and environmental defenders (pp. 12-15).

Front Line Defenders. (2024). Global analysis 2023: Attacks against human rights defenders (p. 8).

Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2023). Cuentas Satélite de las Instituciones Sin Fines de Lucro en México 2023. 

Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. (2024). Informe anual sobre la ejecución de programas sociales en comunidades indígenas 2023 (pp. 45-47). 




 
 
 

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